Tiempo estimado: 4 min.

Hablemos de salud

Escrito por

Apolo. Propulsora de Marcas

En estos momentos difíciles que nos provocan incertidumbre, preocupación y que nos han obligado a parar, bajar el ritmo y a escuchar que nos dice nuestro cuerpo y mente, tomemos decisiones que nos ayuden a buscar el camino hacia nuestra salud.

Busquemos reencontrarnos, cuidarnos y tomar conciencia de nuestro cuerpo.

Volvamos a un estado de bienestar, en el que la salud debe ser la base, lo primordial.

No importa el punto desde donde partimos, ni cuáles sean nuestras circunstancias actuales, quizás sea hoy y no mañana, el momento de tomar las riendas, empezar a ser autocríticos y sentar las bases que nos permitan paso a paso reconducir nuestras acciones hacía la SALUD.

Llegados a este punto, debemos entender la salud, como un equilibrio entre cuerpo (estado físico), mente y emociones. Por lo que el cuidado de éstos tres aspectos debe ser nuestra prioridad.

Tras esta introducción, no me gustaría quedarme en esta reflexión; estaría bien que, por un momento, parásemos a pensar las siguientes cuestiones relacionadas con nuestra salud y bienestar: 

– ¿cuáles son los factores que están fallando en el presente?

– ¿qué podemos cambiar?  y, ¿cómo podríamos hacerlo?

Para ello os doy una pequeña guía con recomendaciones sobre mi visión de la salud, éstos serían a mi parecer los puntos principales que nos pueden ayudar en este proceso y aprendizaje.

1.- RESPIRACIÓN.

Entendamos la respiración como la base, lo esencial. Y ahora os pregunto, ¿os habéis parado a sentir y a conectar con vuestra respiración? Su ritmo, el movimiento que genera, la sensación que nos produce…

Sin respiración no hay vida. Esta se encarga de oxigenar nuestro organismo y nos ayuda a eliminar todo aquello que no necesitamos, ayudando así a mantener nuestro cuerpo sano.

 Pero debemos ir más allá y utilizar nuestra respiración como una herramienta que nos lleve a:

  • Tomar conciencia de nuestro cuerpo y postura, (si estamos tens@s, si existen bloqueos respiratorios, si mantenemos una buena actitud postural).

  • Adaptar la actividad física que realicemos a nuestras necesidades. Una respiración adecuada, facilitará su ejecución y ayudará a prevenir lesiones, por ello, entre otros aspectos, será importante el ritmo respiratorio.

  • Calmar nuestra mente.  A través de la respiración podemos reducir la sensación de ansiedad, relajar nuestro cuerpo y mente, conciliar el sueño e incluso llegar a la meditación en prácticas avanzadas.

 Os propongo un ejercicio sencillo, de iniciación hacía el trabajo respiratorio:

  • Buscar un momento para Vosotros, en un lugar tranquilo de vuestra casa y tumbaos con rodillas flexionadas y planta de los pies apoyadas.

  • Colocad, una mano encima de vuestro pecho, y la otra a nivel de abdomen bajo.

  • Inhalamos por la nariz, exhalamos por la boca.

 Ahora os toca a vosotros; durante los primeros ciclos respiratorios simplemente observad que ocurre; ¿dónde siento el movimiento?, mi respiración, ¿es fluida o por el contrario se entrecorta?, ¿siento alguna molestia?, ¿estoy centrad@ en mi respiración, o mi mente no para de pensar en otras cosas?…  Anotemos mentalmente que ocurre. Para así, en sucesivas prácticas de este ejercicio ver cómo cambian mis sensaciones respecto a mi respiración.

En segundo lugar, y en la misma posición, vamos a guiar la respiración, durante unos 8 o 10 ciclos respiratorios en los que vamos a intentar respirar según las siguientes pautas:

  • Al inhalar, introducimos aire por la nariz de forma lenta, suave y profunda, mientras inhalamos debemos sentir como el aire desciende desde zona pectoral, costal hasta nuestro abdomen, sin forzar y sin correr, debe ser un movimiento fluido. El movimiento ideal sería apertura a nivel del pecho, apertura costal como de un acordeón se tratase y expansión a nivel de abdomen.

  • Al exhalar, por la boca de forma constante, tranquila y fluida debemos observar como primero desciende el abdomen, hasta que finalmente se relaja y desciende zona costal y pectoral. Al estar en posición de reposo, la exhalación debe ser más larga que la inhalación.

Lo ideal es que se realice este ejercicio una vez al día. Antes de acostarnos, al despertar, o antes de realizar nuestra práctica deportiva, incluso podríamos aprovechar ese ratito después de comer, no hay excusas, son sólo unos 5 min de 24 horas que tiene el día.


2.- MANTENERNOS ACTIVOS + DESCANSO.

Partamos de este hecho, el ser humano está preparado y equipado para el movimiento, no para la estática mantenida, ni para la inactividad. 

Es cierto, que nuestro cuerpo, es capaz de adaptarse a diferentes circunstancias, y si cada día nos movemos menos, este se irá acomodando y acostumbrando a esa situación de inactividad. 

Pero no, sin consecuencias.  Nos llevará a entrar en un círculo vicioso, en el que cada vez nos costará más arrancar nuestro organismo para movernos, aparecerá rigidez y molestias en diferentes partes de nuestro cuerpo además de un déficit de energía. Nuestro cuerpo nos está hablando, solo hay que pararse a escucharlo. Este sería el momento de actuar y cambiar patrones, para evitar así, que esas molestias pasen a convertirse en un dolor crónico y continuo.

Tomemos medidas; observemos nuestra rutina diaria, nuestro trabajo, nuestras actividades cotidianas y preguntémonos, ¿cuánto movimiento conllevan?…

Para desde aquí, crear una nueva pauta, en la que el movimiento y la actividad estén presentes en nuestro día a día. En términos generales, deberíamos dedicar 30 min cada día, a conectar con nuestro cuerpo a través del movimiento.

El MOVIMIENTO es SALUD.  Existen ejercicios adaptados para todas las necesidades, circunstancias y características personales. Es momento de experimentar, probar nuevas actividades y así reencontrarnos con nuevas sensaciones a nivel corporal.

Así que anímate y empieza cada día moviéndote.

Pero para que todo esto funcione, y tengamos energía para movernos, necesitamos del DESCANSO.

El ser humano utiliza las horas de sueño para regenerarse, por ello es importante que mantengamos una rutina de sueño adecuada, tanto a nivel de horarios como de, actividades que nos ayuden a conciliar el sueño. 

Ente ellas se encuentran el trabajo respiratorio, y el mantener una actividad física adecuada durante el día para llegar a la noche con un menor nivel de activación, desconectar de las redes sociales horas antes de irnos a la cama, también sirve de ayuda.

Nuestro cuerpo, sistema nervioso y estado de ánimo lo agradecerán.

3.- ALIMENTACIÓN e HIDRATACIÓN.

Entendamos cada alimento, cada bocado que introducimos en nuestro cuerpo como fuente de nutrientes y de energía, y que ese bocado, plato o alimento por sí mismo puede favorecer nuestra salud o ir en su detrimento.

El llevar una alimentación saludable parte de una elección, y ahora más que nunca tenemos tiempo para elegir los productos que deben formar parte de nuestra despensa, entender cuáles son los más adecuados para que formen la base de nuestra alimentación y así adquirir nuevos hábitos saludables.

Podemos comenzar a evitar los excesos, la comida procesada o el “fast food”, por contra, tenemos la opción de cocinar observando el producto y su procedencia, podemos elegir alimentos que nos nutran, fortalezcan nuestro sistema inmune y que nos sacien. 

Sin olvidar el cocinar desde el cariño, cuidando la forma en la que cocinamos el producto, dedicando tiempo a una actividad cuya finalidad va a un plato delicioso que beneficiará nuestra salud.

Aun así, debemos entender lo siguiente; no es buen momento para hacer dietas, ahora sí, tampoco debemos excusarnos para caer en hábitos que perjudiquen nuestra salud.

El equilibrio es la clave.

Aquí os dejo unos consejos básicos, para iniciarnos en el autocuidado desde la alimentación:

  1. Crear una despensa en la que la base sean alimentos reales, naturales y que nos aporten nutrientes. Con lo que, eliminamos en mayor medida todos aquellos productos que contengan grandes cantidades de azúcares y grasas trans, alimentos procesados y productos precocinados. Tener siempre fruta y verdura fresca, proteína de calidad, legumbres y cereales complejos, como el arroz integral o la quinoa. 


Está debería ser la base de nuestra alimentación.

  1. Elaborar un menú, si tenemos compañía en casa, es momento de compartir y crear momentos que nos ayuden a crear nuevos hábitos alimenticios en familia, además esto nos ayudará a no tirar de lo primero que tenemos en la nevera, y de que los más pequeños y no tan pequeños descubran el maravilloso mundo de la cocina saludable.

  2. Adaptar nuestra ingesta diaria, a la actividad desempeñada. “No comer sin hambre”, es decir, no comer por que toca, nuestra rutina ha cambiado en mayor o menor medida, por lo que es importante, de nuevo, pararse a escuchar que nos dice nuestro cuerpo. Dejar el tiempo necesario entre comidas, evitando el “picoteo” para que nuestro organismo tenga tiempo de digerir y asimilar nutrientes. También es de ayudar dejar descansar nuestro sistema digestivo durante la noche, lo ideal sería que pasen 12 horas entre la cena y el desayuno.

  3. No ser demasiado duros con nosotros mismos, está permitido darnos un respiro y disfrutar de un capricho, pero se trata de eso, de disfrutarlo y tomarlo con conciencia, sin remordimientos, pero eso sí esperar a tener hambre, esperar a la merienda o desayuno, evitando tomarlo como postre si es algo dulce. Además, siempre hay opciones y versiones más saludables.  En el día a día tener a mano snacks saludables, como frutas frescas y secas, frutos secos… y dejar así esos productos menos saludables para el consumo ocasional. 

  4. Último, y no menos importante, comer tranquilos, y disfrutad de cada bocado, este gesto nos ayudará a tomar conciencia de la masticación, lo que favorecerá la saciedad.


Respecto a la HIDRATACIÓN, el hecho de pasar más tiempo en casa y además con menos posibilidad de movernos, disminuye de base la aparición de esa sensación que nos avisa de que debemos de tomar agua y por ende nos olvidamos de ingerir la cantidad diaria necesaria para llevar a cabo nuestras funciones vitales.

Si tenemos síntomas como:

  • Mal aliento

  • Cefaleas

  • Calambres musculares

  • Mente nublada

  • Piel seca

  • Estreñimiento

  • Fatiga crónica

Deberíamos aumentar la ingesta de líquidos diaria.

Para evitar la aparición de alguno de éstos síntomas y mantener una correcta hidratación debemos consumir: sopas, cremas y guisos, infusiones, frutas… Sin olvidar la ingesta de 1,5 a 2 litros de agua diaria.

Evitando por otro lado el consumo de refrescos, zumos y bebidas alcohólicas en el día a día.

Todo es cuestión de equilibrio.


4.- EQUILIBRIO EMOCIONAL.

Empezar diciendo, que no soy psicóloga, ni pretendo dar consejos profesionales, busco acercar esta parcela al concepto global de salud, entendiendo lo necesario del trabajo multidisciplinar en cuanto a salud se refiere. 

Pero podemos, desde nuestras casas y de forma individual, ahondar en nuestras emociones, reflexionar acerca de cómo nos sentimos y observar, como afectan en   nuestra salud y estado anímico.

En esta situación extraordinaria que nos ha tocado vivir es normal sentirnos desbordados a veces, nadie nos ha preparado, nos faltan herramientas y no queda otra que crearlas a marcha forzada.

Pero además siempre tenemos tantas cosas que hacer…, y siempre tenemos tantas cosas que atender… (mi familia me necesita, mi trabajo, mi casa, los niños…). Parece que no tenemos fin. 

Y parece que se nos olvida lo importante, podemos y debemos cuidarnos, anteponernos al resto, para así cambiar patrones y que esto conlleve un cambio en nosotros, en lo que nos rodea y en nuestra salud.

Cuidar vuestras emociones y gestionarlas, desde el diálogo interior, el silencio y la respiración.

Como consejo en esta situación especial, os planteo una pregunta: ¿Con qué te sientes agradecid@? Seguro que todos tenemos algo o mucho que agradecer y deberíamos ser capaces de dedicar unos minutos al día, simplemente a agradecer. Hoy más que nunca, la UNIÓN nos hará vencer.


En estos momentos difíciles que nos provocan incertidumbre, preocupación y que nos han obligado a parar, bajar el ritmo y a escuchar que nos dice nuestro cuerpo y mente, tomemos decisiones que nos ayuden a buscar el camino hacia nuestra salud.

Busquemos reencontrarnos, cuidarnos y tomar conciencia de nuestro cuerpo.

Volvamos a un estado de bienestar, en el que la salud debe ser la base, lo primordial.

No importa el punto desde donde partimos, ni cuáles sean nuestras circunstancias actuales, quizás sea hoy y no mañana, el momento de tomar las riendas, empezar a ser autocríticos y sentar las bases que nos permitan paso a paso reconducir nuestras acciones hacía la SALUD.

Llegados a este punto, debemos entender la salud, como un equilibrio entre cuerpo (estado físico), mente y emociones. Por lo que el cuidado de éstos tres aspectos debe ser nuestra prioridad.

Tras esta introducción, no me gustaría quedarme en esta reflexión; estaría bien que, por un momento, parásemos a pensar las siguientes cuestiones relacionadas con nuestra salud y bienestar: 

– ¿cuáles son los factores que están fallando en el presente?

– ¿qué podemos cambiar?  y, ¿cómo podríamos hacerlo?

Para ello os doy una pequeña guía con recomendaciones sobre mi visión de la salud, éstos serían a mi parecer los puntos principales que nos pueden ayudar en este proceso y aprendizaje.

1.- RESPIRACIÓN.

Entendamos la respiración como la base, lo esencial. Y ahora os pregunto, ¿os habéis parado a sentir y a conectar con vuestra respiración? Su ritmo, el movimiento que genera, la sensación que nos produce…

Sin respiración no hay vida. Esta se encarga de oxigenar nuestro organismo y nos ayuda a eliminar todo aquello que no necesitamos, ayudando así a mantener nuestro cuerpo sano.

 Pero debemos ir más allá y utilizar nuestra respiración como una herramienta que nos lleve a:

  • Tomar conciencia de nuestro cuerpo y postura, (si estamos tens@s, si existen bloqueos respiratorios, si mantenemos una buena actitud postural).

  • Adaptar la actividad física que realicemos a nuestras necesidades. Una respiración adecuada, facilitará su ejecución y ayudará a prevenir lesiones, por ello, entre otros aspectos, será importante el ritmo respiratorio.

  • Calmar nuestra mente.  A través de la respiración podemos reducir la sensación de ansiedad, relajar nuestro cuerpo y mente, conciliar el sueño e incluso llegar a la meditación en prácticas avanzadas.

 Os propongo un ejercicio sencillo, de iniciación hacía el trabajo respiratorio:

  • Buscar un momento para Vosotros, en un lugar tranquilo de vuestra casa y tumbaos con rodillas flexionadas y planta de los pies apoyadas.

  • Colocad, una mano encima de vuestro pecho, y la otra a nivel de abdomen bajo.

  • Inhalamos por la nariz, exhalamos por la boca.

 Ahora os toca a vosotros; durante los primeros ciclos respiratorios simplemente observad que ocurre; ¿dónde siento el movimiento?, mi respiración, ¿es fluida o por el contrario se entrecorta?, ¿siento alguna molestia?, ¿estoy centrad@ en mi respiración, o mi mente no para de pensar en otras cosas?…  Anotemos mentalmente que ocurre. Para así, en sucesivas prácticas de este ejercicio ver cómo cambian mis sensaciones respecto a mi respiración.

En segundo lugar, y en la misma posición, vamos a guiar la respiración, durante unos 8 o 10 ciclos respiratorios en los que vamos a intentar respirar según las siguientes pautas:

  • Al inhalar, introducimos aire por la nariz de forma lenta, suave y profunda, mientras inhalamos debemos sentir como el aire desciende desde zona pectoral, costal hasta nuestro abdomen, sin forzar y sin correr, debe ser un movimiento fluido. El movimiento ideal sería apertura a nivel del pecho, apertura costal como de un acordeón se tratase y expansión a nivel de abdomen.

  • Al exhalar, por la boca de forma constante, tranquila y fluida debemos observar como primero desciende el abdomen, hasta que finalmente se relaja y desciende zona costal y pectoral. Al estar en posición de reposo, la exhalación debe ser más larga que la inhalación.

Lo ideal es que se realice este ejercicio una vez al día. Antes de acostarnos, al despertar, o antes de realizar nuestra práctica deportiva, incluso podríamos aprovechar ese ratito después de comer, no hay excusas, son sólo unos 5 min de 24 horas que tiene el día.


2.- MANTENERNOS ACTIVOS + DESCANSO.

Partamos de este hecho, el ser humano está preparado y equipado para el movimiento, no para la estática mantenida, ni para la inactividad. 

Es cierto, que nuestro cuerpo, es capaz de adaptarse a diferentes circunstancias, y si cada día nos movemos menos, este se irá acomodando y acostumbrando a esa situación de inactividad. 

Pero no, sin consecuencias.  Nos llevará a entrar en un círculo vicioso, en el que cada vez nos costará más arrancar nuestro organismo para movernos, aparecerá rigidez y molestias en diferentes partes de nuestro cuerpo además de un déficit de energía. Nuestro cuerpo nos está hablando, solo hay que pararse a escucharlo. Este sería el momento de actuar y cambiar patrones, para evitar así, que esas molestias pasen a convertirse en un dolor crónico y continuo.

Tomemos medidas; observemos nuestra rutina diaria, nuestro trabajo, nuestras actividades cotidianas y preguntémonos, ¿cuánto movimiento conllevan?…

Para desde aquí, crear una nueva pauta, en la que el movimiento y la actividad estén presentes en nuestro día a día. En términos generales, deberíamos dedicar 30 min cada día, a conectar con nuestro cuerpo a través del movimiento.

El MOVIMIENTO es SALUD.  Existen ejercicios adaptados para todas las necesidades, circunstancias y características personales. Es momento de experimentar, probar nuevas actividades y así reencontrarnos con nuevas sensaciones a nivel corporal.

Así que anímate y empieza cada día moviéndote.

Pero para que todo esto funcione, y tengamos energía para movernos, necesitamos del DESCANSO.

El ser humano utiliza las horas de sueño para regenerarse, por ello es importante que mantengamos una rutina de sueño adecuada, tanto a nivel de horarios como de, actividades que nos ayuden a conciliar el sueño. 

Ente ellas se encuentran el trabajo respiratorio, y el mantener una actividad física adecuada durante el día para llegar a la noche con un menor nivel de activación, desconectar de las redes sociales horas antes de irnos a la cama, también sirve de ayuda.

Nuestro cuerpo, sistema nervioso y estado de ánimo lo agradecerán.

3.- ALIMENTACIÓN e HIDRATACIÓN.

Entendamos cada alimento, cada bocado que introducimos en nuestro cuerpo como fuente de nutrientes y de energía, y que ese bocado, plato o alimento por sí mismo puede favorecer nuestra salud o ir en su detrimento.

El llevar una alimentación saludable parte de una elección, y ahora más que nunca tenemos tiempo para elegir los productos que deben formar parte de nuestra despensa, entender cuáles son los más adecuados para que formen la base de nuestra alimentación y así adquirir nuevos hábitos saludables.

Podemos comenzar a evitar los excesos, la comida procesada o el “fast food”, por contra, tenemos la opción de cocinar observando el producto y su procedencia, podemos elegir alimentos que nos nutran, fortalezcan nuestro sistema inmune y que nos sacien. 

Sin olvidar el cocinar desde el cariño, cuidando la forma en la que cocinamos el producto, dedicando tiempo a una actividad cuya finalidad va a un plato delicioso que beneficiará nuestra salud.

Aun así, debemos entender lo siguiente; no es buen momento para hacer dietas, ahora sí, tampoco debemos excusarnos para caer en hábitos que perjudiquen nuestra salud.

El equilibrio es la clave.

Aquí os dejo unos consejos básicos, para iniciarnos en el autocuidado desde la alimentación:

  1. Crear una despensa en la que la base sean alimentos reales, naturales y que nos aporten nutrientes. Con lo que, eliminamos en mayor medida todos aquellos productos que contengan grandes cantidades de azúcares y grasas trans, alimentos procesados y productos precocinados. Tener siempre fruta y verdura fresca, proteína de calidad, legumbres y cereales complejos, como el arroz integral o la quinoa. 


Está debería ser la base de nuestra alimentación.

  1. Elaborar un menú, si tenemos compañía en casa, es momento de compartir y crear momentos que nos ayuden a crear nuevos hábitos alimenticios en familia, además esto nos ayudará a no tirar de lo primero que tenemos en la nevera, y de que los más pequeños y no tan pequeños descubran el maravilloso mundo de la cocina saludable.

  2. Adaptar nuestra ingesta diaria, a la actividad desempeñada. “No comer sin hambre”, es decir, no comer por que toca, nuestra rutina ha cambiado en mayor o menor medida, por lo que es importante, de nuevo, pararse a escuchar que nos dice nuestro cuerpo. Dejar el tiempo necesario entre comidas, evitando el “picoteo” para que nuestro organismo tenga tiempo de digerir y asimilar nutrientes. También es de ayudar dejar descansar nuestro sistema digestivo durante la noche, lo ideal sería que pasen 12 horas entre la cena y el desayuno.

  3. No ser demasiado duros con nosotros mismos, está permitido darnos un respiro y disfrutar de un capricho, pero se trata de eso, de disfrutarlo y tomarlo con conciencia, sin remordimientos, pero eso sí esperar a tener hambre, esperar a la merienda o desayuno, evitando tomarlo como postre si es algo dulce. Además, siempre hay opciones y versiones más saludables.  En el día a día tener a mano snacks saludables, como frutas frescas y secas, frutos secos… y dejar así esos productos menos saludables para el consumo ocasional. 

  4. Último, y no menos importante, comer tranquilos, y disfrutad de cada bocado, este gesto nos ayudará a tomar conciencia de la masticación, lo que favorecerá la saciedad.


Respecto a la HIDRATACIÓN, el hecho de pasar más tiempo en casa y además con menos posibilidad de movernos, disminuye de base la aparición de esa sensación que nos avisa de que debemos de tomar agua y por ende nos olvidamos de ingerir la cantidad diaria necesaria para llevar a cabo nuestras funciones vitales.

Si tenemos síntomas como:

  • Mal aliento

  • Cefaleas

  • Calambres musculares

  • Mente nublada

  • Piel seca

  • Estreñimiento

  • Fatiga crónica

Deberíamos aumentar la ingesta de líquidos diaria.

Para evitar la aparición de alguno de éstos síntomas y mantener una correcta hidratación debemos consumir: sopas, cremas y guisos, infusiones, frutas… Sin olvidar la ingesta de 1,5 a 2 litros de agua diaria.

Evitando por otro lado el consumo de refrescos, zumos y bebidas alcohólicas en el día a día.

Todo es cuestión de equilibrio.


4.- EQUILIBRIO EMOCIONAL.

Empezar diciendo, que no soy psicóloga, ni pretendo dar consejos profesionales, busco acercar esta parcela al concepto global de salud, entendiendo lo necesario del trabajo multidisciplinar en cuanto a salud se refiere. 

Pero podemos, desde nuestras casas y de forma individual, ahondar en nuestras emociones, reflexionar acerca de cómo nos sentimos y observar, como afectan en   nuestra salud y estado anímico.

En esta situación extraordinaria que nos ha tocado vivir es normal sentirnos desbordados a veces, nadie nos ha preparado, nos faltan herramientas y no queda otra que crearlas a marcha forzada.

Pero además siempre tenemos tantas cosas que hacer…, y siempre tenemos tantas cosas que atender… (mi familia me necesita, mi trabajo, mi casa, los niños…). Parece que no tenemos fin. 

Y parece que se nos olvida lo importante, podemos y debemos cuidarnos, anteponernos al resto, para así cambiar patrones y que esto conlleve un cambio en nosotros, en lo que nos rodea y en nuestra salud.

Cuidar vuestras emociones y gestionarlas, desde el diálogo interior, el silencio y la respiración.

Como consejo en esta situación especial, os planteo una pregunta: ¿Con qué te sientes agradecid@? Seguro que todos tenemos algo o mucho que agradecer y deberíamos ser capaces de dedicar unos minutos al día, simplemente a agradecer. Hoy más que nunca, la UNIÓN nos hará vencer.


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En estos momentos difíciles que nos provocan incertidumbre, preocupación y que nos han obligado a parar, bajar el ritmo y a escuchar que nos dice nuestro cuerpo y mente, tomemos decisiones que nos ayuden a buscar el camino hacia nuestra salud.

Busquemos reencontrarnos, cuidarnos y tomar conciencia de nuestro cuerpo.

Volvamos a un estado de bienestar, en el que la salud debe ser la base, lo primordial.

No importa el punto desde donde partimos, ni cuáles sean nuestras circunstancias actuales, quizás sea hoy y no mañana, el momento de tomar las riendas, empezar a ser autocríticos y sentar las bases que nos permitan paso a paso reconducir nuestras acciones hacía la SALUD.

Llegados a este punto, debemos entender la salud, como un equilibrio entre cuerpo (estado físico), mente y emociones. Por lo que el cuidado de éstos tres aspectos debe ser nuestra prioridad.

Tras esta introducción, no me gustaría quedarme en esta reflexión; estaría bien que, por un momento, parásemos a pensar las siguientes cuestiones relacionadas con nuestra salud y bienestar: 

– ¿cuáles son los factores que están fallando en el presente?

– ¿qué podemos cambiar?  y, ¿cómo podríamos hacerlo?

Para ello os doy una pequeña guía con recomendaciones sobre mi visión de la salud, éstos serían a mi parecer los puntos principales que nos pueden ayudar en este proceso y aprendizaje.

1.- RESPIRACIÓN.

Entendamos la respiración como la base, lo esencial. Y ahora os pregunto, ¿os habéis parado a sentir y a conectar con vuestra respiración? Su ritmo, el movimiento que genera, la sensación que nos produce…

Sin respiración no hay vida. Esta se encarga de oxigenar nuestro organismo y nos ayuda a eliminar todo aquello que no necesitamos, ayudando así a mantener nuestro cuerpo sano.

 Pero debemos ir más allá y utilizar nuestra respiración como una herramienta que nos lleve a:

  • Tomar conciencia de nuestro cuerpo y postura, (si estamos tens@s, si existen bloqueos respiratorios, si mantenemos una buena actitud postural).

  • Adaptar la actividad física que realicemos a nuestras necesidades. Una respiración adecuada, facilitará su ejecución y ayudará a prevenir lesiones, por ello, entre otros aspectos, será importante el ritmo respiratorio.

  • Calmar nuestra mente.  A través de la respiración podemos reducir la sensación de ansiedad, relajar nuestro cuerpo y mente, conciliar el sueño e incluso llegar a la meditación en prácticas avanzadas.

 Os propongo un ejercicio sencillo, de iniciación hacía el trabajo respiratorio:

  • Buscar un momento para Vosotros, en un lugar tranquilo de vuestra casa y tumbaos con rodillas flexionadas y planta de los pies apoyadas.

  • Colocad, una mano encima de vuestro pecho, y la otra a nivel de abdomen bajo.

  • Inhalamos por la nariz, exhalamos por la boca.

 Ahora os toca a vosotros; durante los primeros ciclos respiratorios simplemente observad que ocurre; ¿dónde siento el movimiento?, mi respiración, ¿es fluida o por el contrario se entrecorta?, ¿siento alguna molestia?, ¿estoy centrad@ en mi respiración, o mi mente no para de pensar en otras cosas?…  Anotemos mentalmente que ocurre. Para así, en sucesivas prácticas de este ejercicio ver cómo cambian mis sensaciones respecto a mi respiración.

En segundo lugar, y en la misma posición, vamos a guiar la respiración, durante unos 8 o 10 ciclos respiratorios en los que vamos a intentar respirar según las siguientes pautas:

  • Al inhalar, introducimos aire por la nariz de forma lenta, suave y profunda, mientras inhalamos debemos sentir como el aire desciende desde zona pectoral, costal hasta nuestro abdomen, sin forzar y sin correr, debe ser un movimiento fluido. El movimiento ideal sería apertura a nivel del pecho, apertura costal como de un acordeón se tratase y expansión a nivel de abdomen.

  • Al exhalar, por la boca de forma constante, tranquila y fluida debemos observar como primero desciende el abdomen, hasta que finalmente se relaja y desciende zona costal y pectoral. Al estar en posición de reposo, la exhalación debe ser más larga que la inhalación.

Lo ideal es que se realice este ejercicio una vez al día. Antes de acostarnos, al despertar, o antes de realizar nuestra práctica deportiva, incluso podríamos aprovechar ese ratito después de comer, no hay excusas, son sólo unos 5 min de 24 horas que tiene el día.


2.- MANTENERNOS ACTIVOS + DESCANSO.

Partamos de este hecho, el ser humano está preparado y equipado para el movimiento, no para la estática mantenida, ni para la inactividad. 

Es cierto, que nuestro cuerpo, es capaz de adaptarse a diferentes circunstancias, y si cada día nos movemos menos, este se irá acomodando y acostumbrando a esa situación de inactividad. 

Pero no, sin consecuencias.  Nos llevará a entrar en un círculo vicioso, en el que cada vez nos costará más arrancar nuestro organismo para movernos, aparecerá rigidez y molestias en diferentes partes de nuestro cuerpo además de un déficit de energía. Nuestro cuerpo nos está hablando, solo hay que pararse a escucharlo. Este sería el momento de actuar y cambiar patrones, para evitar así, que esas molestias pasen a convertirse en un dolor crónico y continuo.

Tomemos medidas; observemos nuestra rutina diaria, nuestro trabajo, nuestras actividades cotidianas y preguntémonos, ¿cuánto movimiento conllevan?…

Para desde aquí, crear una nueva pauta, en la que el movimiento y la actividad estén presentes en nuestro día a día. En términos generales, deberíamos dedicar 30 min cada día, a conectar con nuestro cuerpo a través del movimiento.

El MOVIMIENTO es SALUD.  Existen ejercicios adaptados para todas las necesidades, circunstancias y características personales. Es momento de experimentar, probar nuevas actividades y así reencontrarnos con nuevas sensaciones a nivel corporal.

Así que anímate y empieza cada día moviéndote.

Pero para que todo esto funcione, y tengamos energía para movernos, necesitamos del DESCANSO.

El ser humano utiliza las horas de sueño para regenerarse, por ello es importante que mantengamos una rutina de sueño adecuada, tanto a nivel de horarios como de, actividades que nos ayuden a conciliar el sueño. 

Ente ellas se encuentran el trabajo respiratorio, y el mantener una actividad física adecuada durante el día para llegar a la noche con un menor nivel de activación, desconectar de las redes sociales horas antes de irnos a la cama, también sirve de ayuda.

Nuestro cuerpo, sistema nervioso y estado de ánimo lo agradecerán.

3.- ALIMENTACIÓN e HIDRATACIÓN.

Entendamos cada alimento, cada bocado que introducimos en nuestro cuerpo como fuente de nutrientes y de energía, y que ese bocado, plato o alimento por sí mismo puede favorecer nuestra salud o ir en su detrimento.

El llevar una alimentación saludable parte de una elección, y ahora más que nunca tenemos tiempo para elegir los productos que deben formar parte de nuestra despensa, entender cuáles son los más adecuados para que formen la base de nuestra alimentación y así adquirir nuevos hábitos saludables.

Podemos comenzar a evitar los excesos, la comida procesada o el “fast food”, por contra, tenemos la opción de cocinar observando el producto y su procedencia, podemos elegir alimentos que nos nutran, fortalezcan nuestro sistema inmune y que nos sacien. 

Sin olvidar el cocinar desde el cariño, cuidando la forma en la que cocinamos el producto, dedicando tiempo a una actividad cuya finalidad va a un plato delicioso que beneficiará nuestra salud.

Aun así, debemos entender lo siguiente; no es buen momento para hacer dietas, ahora sí, tampoco debemos excusarnos para caer en hábitos que perjudiquen nuestra salud.

El equilibrio es la clave.

Aquí os dejo unos consejos básicos, para iniciarnos en el autocuidado desde la alimentación:

  1. Crear una despensa en la que la base sean alimentos reales, naturales y que nos aporten nutrientes. Con lo que, eliminamos en mayor medida todos aquellos productos que contengan grandes cantidades de azúcares y grasas trans, alimentos procesados y productos precocinados. Tener siempre fruta y verdura fresca, proteína de calidad, legumbres y cereales complejos, como el arroz integral o la quinoa. 


Está debería ser la base de nuestra alimentación.

  1. Elaborar un menú, si tenemos compañía en casa, es momento de compartir y crear momentos que nos ayuden a crear nuevos hábitos alimenticios en familia, además esto nos ayudará a no tirar de lo primero que tenemos en la nevera, y de que los más pequeños y no tan pequeños descubran el maravilloso mundo de la cocina saludable.

  2. Adaptar nuestra ingesta diaria, a la actividad desempeñada. “No comer sin hambre”, es decir, no comer por que toca, nuestra rutina ha cambiado en mayor o menor medida, por lo que es importante, de nuevo, pararse a escuchar que nos dice nuestro cuerpo. Dejar el tiempo necesario entre comidas, evitando el “picoteo” para que nuestro organismo tenga tiempo de digerir y asimilar nutrientes. También es de ayudar dejar descansar nuestro sistema digestivo durante la noche, lo ideal sería que pasen 12 horas entre la cena y el desayuno.

  3. No ser demasiado duros con nosotros mismos, está permitido darnos un respiro y disfrutar de un capricho, pero se trata de eso, de disfrutarlo y tomarlo con conciencia, sin remordimientos, pero eso sí esperar a tener hambre, esperar a la merienda o desayuno, evitando tomarlo como postre si es algo dulce. Además, siempre hay opciones y versiones más saludables.  En el día a día tener a mano snacks saludables, como frutas frescas y secas, frutos secos… y dejar así esos productos menos saludables para el consumo ocasional. 

  4. Último, y no menos importante, comer tranquilos, y disfrutad de cada bocado, este gesto nos ayudará a tomar conciencia de la masticación, lo que favorecerá la saciedad.


Respecto a la HIDRATACIÓN, el hecho de pasar más tiempo en casa y además con menos posibilidad de movernos, disminuye de base la aparición de esa sensación que nos avisa de que debemos de tomar agua y por ende nos olvidamos de ingerir la cantidad diaria necesaria para llevar a cabo nuestras funciones vitales.

Si tenemos síntomas como:

  • Mal aliento

  • Cefaleas

  • Calambres musculares

  • Mente nublada

  • Piel seca

  • Estreñimiento

  • Fatiga crónica

Deberíamos aumentar la ingesta de líquidos diaria.

Para evitar la aparición de alguno de éstos síntomas y mantener una correcta hidratación debemos consumir: sopas, cremas y guisos, infusiones, frutas… Sin olvidar la ingesta de 1,5 a 2 litros de agua diaria.

Evitando por otro lado el consumo de refrescos, zumos y bebidas alcohólicas en el día a día.

Todo es cuestión de equilibrio.


4.- EQUILIBRIO EMOCIONAL.

Empezar diciendo, que no soy psicóloga, ni pretendo dar consejos profesionales, busco acercar esta parcela al concepto global de salud, entendiendo lo necesario del trabajo multidisciplinar en cuanto a salud se refiere. 

Pero podemos, desde nuestras casas y de forma individual, ahondar en nuestras emociones, reflexionar acerca de cómo nos sentimos y observar, como afectan en   nuestra salud y estado anímico.

En esta situación extraordinaria que nos ha tocado vivir es normal sentirnos desbordados a veces, nadie nos ha preparado, nos faltan herramientas y no queda otra que crearlas a marcha forzada.

Pero además siempre tenemos tantas cosas que hacer…, y siempre tenemos tantas cosas que atender… (mi familia me necesita, mi trabajo, mi casa, los niños…). Parece que no tenemos fin. 

Y parece que se nos olvida lo importante, podemos y debemos cuidarnos, anteponernos al resto, para así cambiar patrones y que esto conlleve un cambio en nosotros, en lo que nos rodea y en nuestra salud.

Cuidar vuestras emociones y gestionarlas, desde el diálogo interior, el silencio y la respiración.

Como consejo en esta situación especial, os planteo una pregunta: ¿Con qué te sientes agradecid@? Seguro que todos tenemos algo o mucho que agradecer y deberíamos ser capaces de dedicar unos minutos al día, simplemente a agradecer. Hoy más que nunca, la UNIÓN nos hará vencer.


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Tiempo estimado: 4 min.

Hablemos de salud

Escrito por

Apolo. Propulsora de Marcas

En estos momentos difíciles que nos provocan incertidumbre, preocupación y que nos han obligado a parar, bajar el ritmo y a escuchar que nos dice nuestro cuerpo y mente, tomemos decisiones que nos ayuden a buscar el camino hacia nuestra salud.

Busquemos reencontrarnos, cuidarnos y tomar conciencia de nuestro cuerpo.

Volvamos a un estado de bienestar, en el que la salud debe ser la base, lo primordial.

No importa el punto desde donde partimos, ni cuáles sean nuestras circunstancias actuales, quizás sea hoy y no mañana, el momento de tomar las riendas, empezar a ser autocríticos y sentar las bases que nos permitan paso a paso reconducir nuestras acciones hacía la SALUD.

Llegados a este punto, debemos entender la salud, como un equilibrio entre cuerpo (estado físico), mente y emociones. Por lo que el cuidado de éstos tres aspectos debe ser nuestra prioridad.

Tras esta introducción, no me gustaría quedarme en esta reflexión; estaría bien que, por un momento, parásemos a pensar las siguientes cuestiones relacionadas con nuestra salud y bienestar: 

– ¿cuáles son los factores que están fallando en el presente?

– ¿qué podemos cambiar?  y, ¿cómo podríamos hacerlo?

Para ello os doy una pequeña guía con recomendaciones sobre mi visión de la salud, éstos serían a mi parecer los puntos principales que nos pueden ayudar en este proceso y aprendizaje.

1.- RESPIRACIÓN.

Entendamos la respiración como la base, lo esencial. Y ahora os pregunto, ¿os habéis parado a sentir y a conectar con vuestra respiración? Su ritmo, el movimiento que genera, la sensación que nos produce…

Sin respiración no hay vida. Esta se encarga de oxigenar nuestro organismo y nos ayuda a eliminar todo aquello que no necesitamos, ayudando así a mantener nuestro cuerpo sano.

 Pero debemos ir más allá y utilizar nuestra respiración como una herramienta que nos lleve a:

  • Tomar conciencia de nuestro cuerpo y postura, (si estamos tens@s, si existen bloqueos respiratorios, si mantenemos una buena actitud postural).

  • Adaptar la actividad física que realicemos a nuestras necesidades. Una respiración adecuada, facilitará su ejecución y ayudará a prevenir lesiones, por ello, entre otros aspectos, será importante el ritmo respiratorio.

  • Calmar nuestra mente.  A través de la respiración podemos reducir la sensación de ansiedad, relajar nuestro cuerpo y mente, conciliar el sueño e incluso llegar a la meditación en prácticas avanzadas.

 Os propongo un ejercicio sencillo, de iniciación hacía el trabajo respiratorio:

  • Buscar un momento para Vosotros, en un lugar tranquilo de vuestra casa y tumbaos con rodillas flexionadas y planta de los pies apoyadas.

  • Colocad, una mano encima de vuestro pecho, y la otra a nivel de abdomen bajo.

  • Inhalamos por la nariz, exhalamos por la boca.

 Ahora os toca a vosotros; durante los primeros ciclos respiratorios simplemente observad que ocurre; ¿dónde siento el movimiento?, mi respiración, ¿es fluida o por el contrario se entrecorta?, ¿siento alguna molestia?, ¿estoy centrad@ en mi respiración, o mi mente no para de pensar en otras cosas?…  Anotemos mentalmente que ocurre. Para así, en sucesivas prácticas de este ejercicio ver cómo cambian mis sensaciones respecto a mi respiración.

En segundo lugar, y en la misma posición, vamos a guiar la respiración, durante unos 8 o 10 ciclos respiratorios en los que vamos a intentar respirar según las siguientes pautas:

  • Al inhalar, introducimos aire por la nariz de forma lenta, suave y profunda, mientras inhalamos debemos sentir como el aire desciende desde zona pectoral, costal hasta nuestro abdomen, sin forzar y sin correr, debe ser un movimiento fluido. El movimiento ideal sería apertura a nivel del pecho, apertura costal como de un acordeón se tratase y expansión a nivel de abdomen.

  • Al exhalar, por la boca de forma constante, tranquila y fluida debemos observar como primero desciende el abdomen, hasta que finalmente se relaja y desciende zona costal y pectoral. Al estar en posición de reposo, la exhalación debe ser más larga que la inhalación.

Lo ideal es que se realice este ejercicio una vez al día. Antes de acostarnos, al despertar, o antes de realizar nuestra práctica deportiva, incluso podríamos aprovechar ese ratito después de comer, no hay excusas, son sólo unos 5 min de 24 horas que tiene el día.


2.- MANTENERNOS ACTIVOS + DESCANSO.

Partamos de este hecho, el ser humano está preparado y equipado para el movimiento, no para la estática mantenida, ni para la inactividad. 

Es cierto, que nuestro cuerpo, es capaz de adaptarse a diferentes circunstancias, y si cada día nos movemos menos, este se irá acomodando y acostumbrando a esa situación de inactividad. 

Pero no, sin consecuencias.  Nos llevará a entrar en un círculo vicioso, en el que cada vez nos costará más arrancar nuestro organismo para movernos, aparecerá rigidez y molestias en diferentes partes de nuestro cuerpo además de un déficit de energía. Nuestro cuerpo nos está hablando, solo hay que pararse a escucharlo. Este sería el momento de actuar y cambiar patrones, para evitar así, que esas molestias pasen a convertirse en un dolor crónico y continuo.

Tomemos medidas; observemos nuestra rutina diaria, nuestro trabajo, nuestras actividades cotidianas y preguntémonos, ¿cuánto movimiento conllevan?…

Para desde aquí, crear una nueva pauta, en la que el movimiento y la actividad estén presentes en nuestro día a día. En términos generales, deberíamos dedicar 30 min cada día, a conectar con nuestro cuerpo a través del movimiento.

El MOVIMIENTO es SALUD.  Existen ejercicios adaptados para todas las necesidades, circunstancias y características personales. Es momento de experimentar, probar nuevas actividades y así reencontrarnos con nuevas sensaciones a nivel corporal.

Así que anímate y empieza cada día moviéndote.

Pero para que todo esto funcione, y tengamos energía para movernos, necesitamos del DESCANSO.

El ser humano utiliza las horas de sueño para regenerarse, por ello es importante que mantengamos una rutina de sueño adecuada, tanto a nivel de horarios como de, actividades que nos ayuden a conciliar el sueño. 

Ente ellas se encuentran el trabajo respiratorio, y el mantener una actividad física adecuada durante el día para llegar a la noche con un menor nivel de activación, desconectar de las redes sociales horas antes de irnos a la cama, también sirve de ayuda.

Nuestro cuerpo, sistema nervioso y estado de ánimo lo agradecerán.

3.- ALIMENTACIÓN e HIDRATACIÓN.

Entendamos cada alimento, cada bocado que introducimos en nuestro cuerpo como fuente de nutrientes y de energía, y que ese bocado, plato o alimento por sí mismo puede favorecer nuestra salud o ir en su detrimento.

El llevar una alimentación saludable parte de una elección, y ahora más que nunca tenemos tiempo para elegir los productos que deben formar parte de nuestra despensa, entender cuáles son los más adecuados para que formen la base de nuestra alimentación y así adquirir nuevos hábitos saludables.

Podemos comenzar a evitar los excesos, la comida procesada o el “fast food”, por contra, tenemos la opción de cocinar observando el producto y su procedencia, podemos elegir alimentos que nos nutran, fortalezcan nuestro sistema inmune y que nos sacien. 

Sin olvidar el cocinar desde el cariño, cuidando la forma en la que cocinamos el producto, dedicando tiempo a una actividad cuya finalidad va a un plato delicioso que beneficiará nuestra salud.

Aun así, debemos entender lo siguiente; no es buen momento para hacer dietas, ahora sí, tampoco debemos excusarnos para caer en hábitos que perjudiquen nuestra salud.

El equilibrio es la clave.

Aquí os dejo unos consejos básicos, para iniciarnos en el autocuidado desde la alimentación:

  1. Crear una despensa en la que la base sean alimentos reales, naturales y que nos aporten nutrientes. Con lo que, eliminamos en mayor medida todos aquellos productos que contengan grandes cantidades de azúcares y grasas trans, alimentos procesados y productos precocinados. Tener siempre fruta y verdura fresca, proteína de calidad, legumbres y cereales complejos, como el arroz integral o la quinoa. 


Está debería ser la base de nuestra alimentación.

  1. Elaborar un menú, si tenemos compañía en casa, es momento de compartir y crear momentos que nos ayuden a crear nuevos hábitos alimenticios en familia, además esto nos ayudará a no tirar de lo primero que tenemos en la nevera, y de que los más pequeños y no tan pequeños descubran el maravilloso mundo de la cocina saludable.

  2. Adaptar nuestra ingesta diaria, a la actividad desempeñada. “No comer sin hambre”, es decir, no comer por que toca, nuestra rutina ha cambiado en mayor o menor medida, por lo que es importante, de nuevo, pararse a escuchar que nos dice nuestro cuerpo. Dejar el tiempo necesario entre comidas, evitando el “picoteo” para que nuestro organismo tenga tiempo de digerir y asimilar nutrientes. También es de ayudar dejar descansar nuestro sistema digestivo durante la noche, lo ideal sería que pasen 12 horas entre la cena y el desayuno.

  3. No ser demasiado duros con nosotros mismos, está permitido darnos un respiro y disfrutar de un capricho, pero se trata de eso, de disfrutarlo y tomarlo con conciencia, sin remordimientos, pero eso sí esperar a tener hambre, esperar a la merienda o desayuno, evitando tomarlo como postre si es algo dulce. Además, siempre hay opciones y versiones más saludables.  En el día a día tener a mano snacks saludables, como frutas frescas y secas, frutos secos… y dejar así esos productos menos saludables para el consumo ocasional. 

  4. Último, y no menos importante, comer tranquilos, y disfrutad de cada bocado, este gesto nos ayudará a tomar conciencia de la masticación, lo que favorecerá la saciedad.


Respecto a la HIDRATACIÓN, el hecho de pasar más tiempo en casa y además con menos posibilidad de movernos, disminuye de base la aparición de esa sensación que nos avisa de que debemos de tomar agua y por ende nos olvidamos de ingerir la cantidad diaria necesaria para llevar a cabo nuestras funciones vitales.

Si tenemos síntomas como:

  • Mal aliento

  • Cefaleas

  • Calambres musculares

  • Mente nublada

  • Piel seca

  • Estreñimiento

  • Fatiga crónica

Deberíamos aumentar la ingesta de líquidos diaria.

Para evitar la aparición de alguno de éstos síntomas y mantener una correcta hidratación debemos consumir: sopas, cremas y guisos, infusiones, frutas… Sin olvidar la ingesta de 1,5 a 2 litros de agua diaria.

Evitando por otro lado el consumo de refrescos, zumos y bebidas alcohólicas en el día a día.

Todo es cuestión de equilibrio.


4.- EQUILIBRIO EMOCIONAL.

Empezar diciendo, que no soy psicóloga, ni pretendo dar consejos profesionales, busco acercar esta parcela al concepto global de salud, entendiendo lo necesario del trabajo multidisciplinar en cuanto a salud se refiere. 

Pero podemos, desde nuestras casas y de forma individual, ahondar en nuestras emociones, reflexionar acerca de cómo nos sentimos y observar, como afectan en   nuestra salud y estado anímico.

En esta situación extraordinaria que nos ha tocado vivir es normal sentirnos desbordados a veces, nadie nos ha preparado, nos faltan herramientas y no queda otra que crearlas a marcha forzada.

Pero además siempre tenemos tantas cosas que hacer…, y siempre tenemos tantas cosas que atender… (mi familia me necesita, mi trabajo, mi casa, los niños…). Parece que no tenemos fin. 

Y parece que se nos olvida lo importante, podemos y debemos cuidarnos, anteponernos al resto, para así cambiar patrones y que esto conlleve un cambio en nosotros, en lo que nos rodea y en nuestra salud.

Cuidar vuestras emociones y gestionarlas, desde el diálogo interior, el silencio y la respiración.

Como consejo en esta situación especial, os planteo una pregunta: ¿Con qué te sientes agradecid@? Seguro que todos tenemos algo o mucho que agradecer y deberíamos ser capaces de dedicar unos minutos al día, simplemente a agradecer. Hoy más que nunca, la UNIÓN nos hará vencer.


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