¿Tienes un proyecto? Escríbenos.

Tiempo estimado: 4 min.

La nostalgia mueve el mundo.

Escrito por

Carlos Rasgado

Tiempo estimado: 4 min.

La nostalgia mueve el mundo.

Escrito por

Carlos Rasgado

«La felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad». Aunque está frase pertenece a Eduard Punset, a mi me la enseñó otro de los grandes, Aitor Calle; que hace no mucho nos dejaba una interesante reflexión sobre «el propósito».

Resulta muy curioso cómo funciona nuestra mente, tendemos a separar emoción y razón, lado izquierdo y lado derecho del cerebro, mente creativa y mente analítica. Pero todo esto en realidad solo es una sencilla de explicar algo que resulta extremadamente complejo, en esencia pequeña ilusión que creamos para poder entendernos.

Pero la realidad es que emoción y razón están íntimamente conectados, funcionan juntas y se complementa y es precisamente eso lo que hace que el ser humano sea capaz de conseguir cosas realmente maravillosas.

Y es gracias a esa unión de emoción y razón que se da en las personas el que posiblemente sea para muchos el sentimiento más intenso: la nostalgia.

Quizás penséis que no es así, que la nostalgia solo es algo pasajero, que viene y va; incluso muchos defenderán que no la sienten nunca… pero la realidad es que la vivimos cada día de nuestras vidas y aunque, a priori, ciertas personas lo asocien con algo negativo, la realidad es que puede suscitar emociones felices con mucha más intensidad, asiduidad y fuerza.

Llegaremos ahí, pero antes déjenme contarles el origen de la palabra nostalgia. Proviene del Griego antiguo y era un compuesto de dos palabras: νόστος [nostos], que significa vuelta o regreso y ἄλγος [algos], que significa tristeza. Bajo esta premisa resulta fácil caer en que al unir ambos conceptos estamos hablando de un «regreso a la tristeza» pero esto es un error, lo que realmente significa es que «añoramos algo que nos queda lejano en el tiempo y/o en el espacio».

Claro, el cerebro es muy astuto y al igual que con la dicotomía emoción-razón, tiende a simplificar el concepto hasta que le resulta fácil y sencillo de asimilar y deja de lado un factor fundamental del mismo; cuando estamos hablando de «algo que nos queda lejano en el tiempo y/o el espacio» en realidad está haciendo referencia a cualquier experiencia que hayamos tenido en la vida, es decir, aquellos momentos, aquellas situaciones o aquellas cosas que recordamos.

Vale, llegados a este punto creo que ya os imagináis por donde va todo esto. Nuestras experiencias, nuestros recuerdos, aquellas cosas que sentimos y vivimos se almacenan en nuestro cerebro. Pero ya sabemos que nuestro cerebro es un ser astuto, él sabe que guardar la información de cada segundo de nuestra existencia nos daría unos dolores de cabeza terribles por lo que tiene un filtro para desechar la mayoría de esta información. Así, aquello que se graba en nuestra memoria lo hace de una forma especial, porque nuestro cerebro ha decidido darle más importancia a esa experiencia que a la información de cada día.

Pero es que ahí no acaba el asunto, con el paso del tiempo, esas experiencias, esos recuerdos que hemos guardado en nuestro cerebro tiende a «idealizarse». Efectivamente, el cerebro con su astucia infinita vuelve a crearnos una ilusión, este vez a modo de poético reflejo nemotécnico.

Se que la chapa está siendo larga, pero aguantad un poquito más que ya casi lo tenemos. Recapitulo: Sabemos que aunque el cerebro sea muy avispado, emoción y razón conviven y funcionan juntas y que la nostalgia es la añoranza de experiencias pasadas. Lo tenemos, lo estáis viendo, ¿no?

Seguro que os ha pasado aquello de escuchar una canción y llevaros a rememorar aquella increíble fiesta, seguro que ese otro olor te ha recordado a cuando tu madre preparaba tu plato favorito o quizás ver una fotografía de cuando ibas a la universidad te haya hecho esbozar una ligera sonrisa.

¿No resulta curioso esa emoción? Parece que es añoranza por algo lejano, pero en el fondo sentimos felicidad, porque esa experiencia formó parte de nosotros y el astuto de nuestro cerebro sabía que querríamos recordarla en el futuro. En esa felicidad es donde se esconde la verdadera nostalgia y es esa felicidad la que volvemos a vivir día tras día.

Es este sentimiento el que hace que las modas pasadas vuelvan (justo ahora estamos teniendo un retorno a la moda de los años 90 ¿adivináis por qué?). Es este sentimiento el que hace que te compres una Súper Nintendo en la era de la Realidad Virtual. Y es este sentimiento el que hace que te llenes de júbilo ante el reencuentro con un buen amigo de la infancia al que hace mucho tiempo que no ves.

Bueno, parece que hoy no voy a hablar mucho de marcas, o ¿quizás sí?

«La felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad». Aunque está frase pertenece a Eduard Punset, a mi me la enseñó otro de los grandes, Aitor Calle; que hace no mucho nos dejaba una interesante reflexión sobre «el propósito».

Resulta muy curioso cómo funciona nuestra mente, tendemos a separar emoción y razón, lado izquierdo y lado derecho del cerebro, mente creativa y mente analítica. Pero todo esto en realidad solo es una sencilla de explicar algo que resulta extremadamente complejo, en esencia pequeña ilusión que creamos para poder entendernos.

Pero la realidad es que emoción y razón están íntimamente conectados, funcionan juntas y se complementa y es precisamente eso lo que hace que el ser humano sea capaz de conseguir cosas realmente maravillosas.

Y es gracias a esa unión de emoción y razón que se da en las personas el que posiblemente sea para muchos el sentimiento más intenso: la nostalgia.

Quizás penséis que no es así, que la nostalgia solo es algo pasajero, que viene y va; incluso muchos defenderán que no la sienten nunca… pero la realidad es que la vivimos cada día de nuestras vidas y aunque, a priori, ciertas personas lo asocien con algo negativo, la realidad es que puede suscitar emociones felices con mucha más intensidad, asiduidad y fuerza.

Llegaremos ahí, pero antes déjenme contarles el origen de la palabra nostalgia. Proviene del Griego antiguo y era un compuesto de dos palabras: νόστος [nostos], que significa vuelta o regreso y ἄλγος [algos], que significa tristeza. Bajo esta premisa resulta fácil caer en que al unir ambos conceptos estamos hablando de un «regreso a la tristeza» pero esto es un error, lo que realmente significa es que «añoramos algo que nos queda lejano en el tiempo y/o en el espacio».

Claro, el cerebro es muy astuto y al igual que con la dicotomía emoción-razón, tiende a simplificar el concepto hasta que le resulta fácil y sencillo de asimilar y deja de lado un factor fundamental del mismo; cuando estamos hablando de «algo que nos queda lejano en el tiempo y/o el espacio» en realidad está haciendo referencia a cualquier experiencia que hayamos tenido en la vida, es decir, aquellos momentos, aquellas situaciones o aquellas cosas que recordamos.

Vale, llegados a este punto creo que ya os imagináis por donde va todo esto. Nuestras experiencias, nuestros recuerdos, aquellas cosas que sentimos y vivimos se almacenan en nuestro cerebro. Pero ya sabemos que nuestro cerebro es un ser astuto, él sabe que guardar la información de cada segundo de nuestra existencia nos daría unos dolores de cabeza terribles por lo que tiene un filtro para desechar la mayoría de esta información. Así, aquello que se graba en nuestra memoria lo hace de una forma especial, porque nuestro cerebro ha decidido darle más importancia a esa experiencia que a la información de cada día.

Pero es que ahí no acaba el asunto, con el paso del tiempo, esas experiencias, esos recuerdos que hemos guardado en nuestro cerebro tiende a «idealizarse». Efectivamente, el cerebro con su astucia infinita vuelve a crearnos una ilusión, este vez a modo de poético reflejo nemotécnico.

Se que la chapa está siendo larga, pero aguantad un poquito más que ya casi lo tenemos. Recapitulo: Sabemos que aunque el cerebro sea muy avispado, emoción y razón conviven y funcionan juntas y que la nostalgia es la añoranza de experiencias pasadas. Lo tenemos, lo estáis viendo, ¿no?

Seguro que os ha pasado aquello de escuchar una canción y llevaros a rememorar aquella increíble fiesta, seguro que ese otro olor te ha recordado a cuando tu madre preparaba tu plato favorito o quizás ver una fotografía de cuando ibas a la universidad te haya hecho esbozar una ligera sonrisa.

¿No resulta curioso esa emoción? Parece que es añoranza por algo lejano, pero en el fondo sentimos felicidad, porque esa experiencia formó parte de nosotros y el astuto de nuestro cerebro sabía que querríamos recordarla en el futuro. En esa felicidad es donde se esconde la verdadera nostalgia y es esa felicidad la que volvemos a vivir día tras día.

Es este sentimiento el que hace que las modas pasadas vuelvan (justo ahora estamos teniendo un retorno a la moda de los años 90 ¿adivináis por qué?). Es este sentimiento el que hace que te compres una Súper Nintendo en la era de la Realidad Virtual. Y es este sentimiento el que hace que te llenes de júbilo ante el reencuentro con un buen amigo de la infancia al que hace mucho tiempo que no ves.

Bueno, parece que hoy no voy a hablar mucho de marcas, o ¿quizás sí?

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Tiempo estimado: 4 min.

La nostalgia mueve el mundo.

Escrito por

Carlos Rasgado

«La felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad». Aunque está frase pertenece a Eduard Punset, a mi me la enseñó otro de los grandes, Aitor Calle; que hace no mucho nos dejaba una interesante reflexión sobre «el propósito».

Resulta muy curioso cómo funciona nuestra mente, tendemos a separar emoción y razón, lado izquierdo y lado derecho del cerebro, mente creativa y mente analítica. Pero todo esto en realidad solo es una sencilla de explicar algo que resulta extremadamente complejo, en esencia pequeña ilusión que creamos para poder entendernos.

Pero la realidad es que emoción y razón están íntimamente conectados, funcionan juntas y se complementa y es precisamente eso lo que hace que el ser humano sea capaz de conseguir cosas realmente maravillosas.

Y es gracias a esa unión de emoción y razón que se da en las personas el que posiblemente sea para muchos el sentimiento más intenso: la nostalgia.

Quizás penséis que no es así, que la nostalgia solo es algo pasajero, que viene y va; incluso muchos defenderán que no la sienten nunca… pero la realidad es que la vivimos cada día de nuestras vidas y aunque, a priori, ciertas personas lo asocien con algo negativo, la realidad es que puede suscitar emociones felices con mucha más intensidad, asiduidad y fuerza.

Llegaremos ahí, pero antes déjenme contarles el origen de la palabra nostalgia. Proviene del Griego antiguo y era un compuesto de dos palabras: νόστος [nostos], que significa vuelta o regreso y ἄλγος [algos], que significa tristeza. Bajo esta premisa resulta fácil caer en que al unir ambos conceptos estamos hablando de un «regreso a la tristeza» pero esto es un error, lo que realmente significa es que «añoramos algo que nos queda lejano en el tiempo y/o en el espacio».

Claro, el cerebro es muy astuto y al igual que con la dicotomía emoción-razón, tiende a simplificar el concepto hasta que le resulta fácil y sencillo de asimilar y deja de lado un factor fundamental del mismo; cuando estamos hablando de «algo que nos queda lejano en el tiempo y/o el espacio» en realidad está haciendo referencia a cualquier experiencia que hayamos tenido en la vida, es decir, aquellos momentos, aquellas situaciones o aquellas cosas que recordamos.

Vale, llegados a este punto creo que ya os imagináis por donde va todo esto. Nuestras experiencias, nuestros recuerdos, aquellas cosas que sentimos y vivimos se almacenan en nuestro cerebro. Pero ya sabemos que nuestro cerebro es un ser astuto, él sabe que guardar la información de cada segundo de nuestra existencia nos daría unos dolores de cabeza terribles por lo que tiene un filtro para desechar la mayoría de esta información. Así, aquello que se graba en nuestra memoria lo hace de una forma especial, porque nuestro cerebro ha decidido darle más importancia a esa experiencia que a la información de cada día.

Pero es que ahí no acaba el asunto, con el paso del tiempo, esas experiencias, esos recuerdos que hemos guardado en nuestro cerebro tiende a «idealizarse». Efectivamente, el cerebro con su astucia infinita vuelve a crearnos una ilusión, este vez a modo de poético reflejo nemotécnico.

Se que la chapa está siendo larga, pero aguantad un poquito más que ya casi lo tenemos. Recapitulo: Sabemos que aunque el cerebro sea muy avispado, emoción y razón conviven y funcionan juntas y que la nostalgia es la añoranza de experiencias pasadas. Lo tenemos, lo estáis viendo, ¿no?

Seguro que os ha pasado aquello de escuchar una canción y llevaros a rememorar aquella increíble fiesta, seguro que ese otro olor te ha recordado a cuando tu madre preparaba tu plato favorito o quizás ver una fotografía de cuando ibas a la universidad te haya hecho esbozar una ligera sonrisa.

¿No resulta curioso esa emoción? Parece que es añoranza por algo lejano, pero en el fondo sentimos felicidad, porque esa experiencia formó parte de nosotros y el astuto de nuestro cerebro sabía que querríamos recordarla en el futuro. En esa felicidad es donde se esconde la verdadera nostalgia y es esa felicidad la que volvemos a vivir día tras día.

Es este sentimiento el que hace que las modas pasadas vuelvan (justo ahora estamos teniendo un retorno a la moda de los años 90 ¿adivináis por qué?). Es este sentimiento el que hace que te compres una Súper Nintendo en la era de la Realidad Virtual. Y es este sentimiento el que hace que te llenes de júbilo ante el reencuentro con un buen amigo de la infancia al que hace mucho tiempo que no ves.

Bueno, parece que hoy no voy a hablar mucho de marcas, o ¿quizás sí?

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